Safety
Cities
Why investment in infrastructure is key to preventing pavement riding
October 7, 2022
By Kate Barnes, Head of Public Policy - Safety and Inclusion
En TIER creemos que las aceras son de uso exclusivo de los peatones. También sabemos que circular por la acera es peligroso para los usuarios de micromovilidad, debido a las superficies irregulares y desiguales. Sin embargo, también somos conscientes de que, en casos excepcionales, a veces la gente circula con nuestros vehículos eléctricos por la acera, lo que, comprensiblemente, puede poner en peligro a los peatones y provocar la preocupación por la micromovilidad. ¿A qué se debe esto? TIER ha trabajado con la consultora InnovationBubble para generar una investigación líder en el sector que permita entender los procesos cognitivos y de motivación de porqué una pequeña minoría de personas circula por la acera.
La razón principal por la que la gente circula por la acera es porque se siente insegura en la calzada y percibe que los coches son más peligrosos que los peatones. Los usuarios de micromovilidad son universalmente más conscientes de los importantes daños que pueden causar los accidentes de coche y, por tanto, asumen de forma natural que circular junto a los coches es más peligroso que hacerlo junto a los peatones en la acera.
En segundo lugar, dado que las aceras son para los peatones, naturalmente no están construidas para satisfacer las necesidades de los usuarios de micromovilidad. De este modo, los usuarios no tienen que esperar en los semáforos, no se enfrentan a la congestión de otros vehículos y tampoco circulan en cruces de tranvía o tren. Considerado como un inconveniente para algunos, los usuarios se trasladan a la acera y piensan que pueden obtener una recompensa inmediata de libertad y la posibilidad de continuar su viaje con tranquilidad. Pero esto también conlleva nuevos retos, posiblemente más peligrosos, como atravesar aglomeraciones y colisionar con los peatones, los más vulnerables de la vía pública, lo que no sólo es peligroso, sino que provoca lo contrario de lo que se pretende conseguir: libertad de movimiento.
Por último, las convenciones sociales hacen que la conducción en la acera se considere permisible y aceptable. Cuando los conductores observan a otros haciendo lo mismo, se crea una ilusión de aceptabilidad, independientemente de lo que diga la normativa. Además, la ambigüedad en torno a las consecuencias de infringir las normas significa que no existe un riesgo claro de multa. Incluso si los usuarios creen que pueden estar infringiendo la normativa, si nunca han visto ni oído hablar de una multa por parte de las autoridades municipales o de la policía, entonces creen que no hay consecuencias. En la práctica, circular por la acera se convierte en una norma más. Aunque está técnicamente prohibido, pueden sentirse protegidos de las consecuencias y, por tanto, lo hacen de todos modos.
Entonces, ¿qué se puede hacer para evitar que se circule por la acera? La respuesta es sencilla: invertir en infraestructuras. Está demostrado que los usuarios prefieren circular por los carriles bici y de micromovilidad designados en la ciudad, en lugar de hacerlo por las aceras. Esto se ha puesto de manifiesto en Madrid -donde circular por la acera es ilegal- y el 91% de los ciclistas querían utilizar un carril bici en lugar de la acera o la carretera, lo que pone de manifiesto que, en última instancia, los usuarios quieren tener su propio lugar en la vía pública, donde puedan sentirse cómodos, recorriendo su trayecto junto a otros usuarios de la micromovilidad. La inversión en infraestructuras también puede conducir a un aumento de los desplazamientos. Por ejemplo, según la Federación Europea de Ciclistas, las ciudades del continente gastaron 1.000 millones de euros en medidas relacionadas con el ciclismo en 2020, creando al menos 1.000 km de nuevos carriles bici, medidas para paliar el tráfico y calles sin coches. El resultado fue brillante. En la ciudad de París, se calcula que el uso de la bicicleta ha crecido un 70% desde la primavera de 2020, en Barcelona se ha producido un aumento del 10% por encima de los niveles anteriores a la pandemia gracias a la instalación de carriles bici y, en Lisboa, instalaciones similares han aumentado la población ciclista de la ciudad en un 25%.
Además de la inversión en infraestructuras, debemos cuestionar la idea de que circular por las aceras es socialmente aceptable. En TIER nos sentimos orgullosos de haber introducido varios elementos para prevenir la circulación en las aceras, educando a los usuarios sobre cómo circular de manera segura tanto para ellos mismos, como para los demás usuarios de la vía pública.
Sin embargo, a partir de nuestra investigación, está claro que, para prevenir realmente la circulación por las aceras, así como para fomentar el uso de la micromovilidad y animar a la gente a dejar sus coches, necesitamos un cambio estructural en nuestra red de transporte que incluya la creación de la infraestructura correcta para garantizar que la gente pueda conducir con confianza las bicicletas y los patinetes eléctricos en las ciudades. Seguiremos implementando nuevas funciones y adaptando nuestros servicios para garantizar que cumplen los más altos estándares de seguridad, pero también estamos dispuestos a apoyar a las autoridades locales y a los gobiernos en la creación de mejores infraestructuras que fomenten aún más este progreso. Y, una vez que dicha infraestructura esté en marcha, esperamos seguir reforzando la norma social de que las bicicletas y los patinetes eléctricos deben circular por su propio carril y no por las aceras.